Li Cunxin (1961) ha sido una estrella mundial de la danza clásica durante más de dos décadas con una destacada trayectoria como bailarín principal en el Ballet de Houston y en el Ballet de Australia. Un éxito inimaginable para un niño que nacía en la China rural martirizada por la hambruna. Su primera oportunidad le llegaba a los once años, al ser escogido entre miles de niños de todo el país para ir a estudiar danza a Pekín bajo la supervisión de Madame Mao. Tras años de duro esfuerzo, y ya convertido en una gran figura del ballet político chino, el joven bailarín comunista conseguía una beca para estudiar en Estados Unidos, un viaje que le cambió la vida. En su segunda visita a occidente decide desertar, lo que provoca un conflicto diplomático al ser retenido durante dos días, junto a varios amigos estadounidenses, por las autoridades chinas en el consulado de Houston. Finalmente, Li Cunxin pudo vivir su sueño americano, pero renunciando a ver a su familia durante años.
Una vez retirado de la danza y sumido en el mundo de las finanzas, Li Cunxin publicó su autobiografía en 2003 en Australia, donde tuvo una gran repercusión. Ahora Kailas presenta la edición en castellano coincidiendo con el estreno de la conmovedora película basada en el libro y también titulada “El último bailarín de Mao”, del director Bruce Beresford. Li Cunxin ha participado activamente en esta adaptación cinematográfica que muestra cómo su vida ha estado marcada por la determinación y el deseo de superación constante.
«Mi jornada comenzaba a las 5 y media de la mañana y no terminaba hasta las 9 y media de la noche. Así seis días a la semana.[…] Recuerdo cuando ahorré mis primeros 1.000 dólares, era el salario de 10 años de trabajo de mi padre!. Uno de los miembros del comité de mi escuela de Houston me animó a invertir en la bolsa. Él era socio de una empresa de inversión en Wall Street. Después comencé a formarme cuando me retiré de la danza. Tras 20 años de carrera, supe que sólo por esta vía podría ayudar a los míos.» Ahora Cunxin es uno de los más importantes directivos de la consultora australiana Bell Potter.
En el prólogo del libro explica que nunca había querido escribir su historia, pero un día le convencieron para hacerlo. ¿Qué le hizo cambiar de idea?
Un amigo me convenció e inspiró. Es escritor y cuando le conté mi historia me dijo que debería escribirla porque daría a la gente valor, coraje y esperanza en sus vidas. Y por las respuestas que he tenido de los lectores he visto que tenía razón.
Usted nace en los años de la gran hambruna provocada por la política del Gran Salto Adelante, pero dentro de todas las limitaciones describe una infancia feliz. ¿Cuáles son sus mejores recuerdos de esa época?
De los años que viví con mi familia, hasta los 11, recuerdo sobre todo el gran amor de mis padres y sus esfuerzos para que todos los hermanos pudiéramos comer. También la gran camaradería y amistad entre los siete hermanos que éramos. Aunque la vida era terriblemente dura yo me sentía muy querido como niño. Creo que los valores familiares siempre han sido muy importantes en China y que en parte han ayudado a los chinos a sobrevivir a lo largo de la historia.
¿Cómo ha vivido el proceso de recordar esa niñez para escribir el libro?
Fue muy duro, sobre todo por mi infancia. Fue muy triste para mí y para ellos, porque les involucré mucho. Mi madre se emocionaba y lloraba cuando le preguntaba por momentos que yo no recordaba. Había muchos recuerdos que ella e incluso yo habíamos intentado olvidar y no fue fácil volver a hablar de ellos.
Explica en el libro que se sintió traicionado por la educación maoísta, ¿en qué sentido?
Tuve esta sensación cuando llegué a Estados Unidos y vi un mundo completamente distinto al que me habían descrito en China. Nos explicaban que en Estados Unidos se vivía muy mal y yo me sentí muy traicionado cuando descubrí la verdad. Fue el momento en que me di cuenta que tenía que crecer y desarrollarme en un lugar donde hubiera libertad, que tenía que pensar en mí mismo y que no podía creer a pies juntillas lo que decía el gobierno comunista. Fue el momento más revelador de mi vida, como un despertar.
Pero usted era un joven fervientemente comunista, ¿cómo recuerda esta transición interior?
Durante los primeros 18 años de mi vida, debido al lavado de cerebro de las directrices políticas, yo era un guarda rojo totalmente devoto de la política de Mao. Si el gobierno me hubiera pedido que diera mi vida por la causa comunista lo hubiera hecho sin pensármelo, porque realmente creía que la causa comunista haría del mundo un sitio mejor. Pero cuando llegué a Estados Unidos me di cuenta de que la ideología política de Mao había provocado un gran sufrimiento en China. Mucha gente murió de hambre por su culpa. Entonces decidí que no podía seguir autoengañándome y diciéndome que el estilo de vida chino era mejor que el occidental, porque veía que la vida en Estados Unidos era mucho más próspera. Además estaba muy sorprendido por la libertad de la que gozaban los ciudadanos. A mí me dio la oportunidad de conseguir mis sueños sin tener miedos.
Su deserción se produce al poco de llegar Deng Xiaoping al poder, y con él, las reformas. ¿Si hoy tuviera 18 años, cree que reaccionaría igual?
No, no habría desertado y por supuesto no habría puesto mi vida en peligro si viviera en la China de hoy. Actualmente los chinos pueden salir del país con libertad, pero desafortunadamente yo tuve que ser el primero y desertar para que otros pudieran empezar a salir. Casi pierdo la vida por ello, pero probablemente gracias a mí se empezaron a abrir puertas, creo que colaboré en gran medida a que las siguientes generaciones pudieran salir del país.
¿Cree que su caso fue clave para que cambiaran las políticas chinas en este sentido?
Absolutamente, fue un punto de inflexión, fue determinante para que permitieran a los jóvenes como yo salir del país.
Durante las horas que estuvo retenido en el consulado chino de Houston usted temía por su vida. ¿Temió también por las posibles repercusiones de su acto en su familia?
Era lo que más me hacía sufrir. Acarreé la inquietud, el miedo y la culpa durante los seis largos años que no pude tener ningún contacto con ellos. Ni siquiera sabía si mis padres estaban vivos hasta que pudieron visitarme a Estados Unidos.
En ese momento, Estados Unidos y China representaban dos sistemas totalmente opuestos, en cambio hoy las distancias son menores. ¿Cómo ve la evolución de China en estas últimas décadas?
Creo que China ha recorrido un camino muy largo desde las reformas de Deng Xiaoping y que la vida de los ciudadanos ha mejorado mucho. Hoy tienen mucha más libertad que cuando yo vivía allí, pero para mí China todavía tiene un largo camino que recorrer.
¿Queda algo de Mao en la China de hoy?
A la gente joven no le importa lo que Mao representó, pero queda una ideología política a la que se aferran las personas mayoras. Yo considero que si China quiere convertirse en una gran nación, tienen que abandonar por completo las ideologías políticas de Mao.
En la academia de danza de Pekín había una fuerte cultura del esfuerzo. ¿Este esfuerzo inculcado, le ha ayudado a superar los difíciles momentos de su vida?
El duro y estricto entrenamiento en la academia de Pekín me enseñó sobre todo disciplina, y esto me ha ayudado toda mi vida. Si tienes disciplina y estás dispuesto a trabajar duro puedes conseguir todo lo que quieras, aunque te parezca imposible. En la transición de mi carrera artística a los negocios o para poder escribir este libro también me ha ayudado mucho este bagaje y es lo que espero transmitir a mis hijos.
Ahora se presenta la película basada en su autobiografía. ¿Qué vinculación ha tenido con la adaptación cinematográfica?
He estado muy involucrado en el guión, he trabajado con el guionista durante 12 meses enseñándole las críticas de mis actuaciones, fotografías, vídeos, el manuscrito del libro… También ayudé al director a encontrar a dos de los tres actores que me representan en la película, a conectar con el Ballet de Australia y a enseñar a los bailarines que actúan. Fui como un consejero especial para el conjunto de la película, para las coreografías, el vestuario… todos me preguntaban.
En la película no cabía toda su vida, pero ¿hay algo que eche de menos?
Han hecho un gran trabajo, no era fácil poner 20 años de vida en menos de dos horas. Aunque quizás yo hubiera dedicado más atención a mi infancia; en el libro tiene un mayor peso que en la película.
El equipo tuvo serios problemas para grabar en China. ¿Cree que su historia puede llegar, con el libro o la película, a los chinos o todavía es pronto?
El libro se ha podido publicar, para mi sorpresa y alegría, en una importante editorial de Shanghai y ha tenido una buena acogida. Pero no creo que la película se pueda estrenar, porque de hecho nunca recibieron los permisos para grabar y se hizo en secreto. Esto hace la película más especial, no hay decorados y todo el paisaje es real…. De hecho, no tiene mucho sentido que se publicara el libro sin problemas pero que no dejaran grabar… pero en China hay muchas cosas que no tienen sentido.
De MARAVILLA!!!!!
Me gustaría saber donde puedo encontrar la película de igual título que el libro. y saber si la películas es más o menos como el libro (lo estoy leyendo) Gracias.