Crónicas de Villaruina 2.0

Vía: Esto va de lentejas, blog de elPais.es: «Erase una vez un pueblo de la tierra ibérica llamado Villarruina. Villarruina era una bonita localidad regida por Don Dispendio, un alcalde extrovertido, hablador y zalamero, que gastaba el dinero a espuertas en mucho fasto y poca nuez. Suyas eran las mejores fiestas, las plazas más llamativas, suyo el ayuntamiento con la fachada más señorial y suyo el coche oficial más imponente.

Don Dispendio era un paradigma de la época: hombre de pregón diario y tratos bajo cuerda, escaso papel oficial y abundante cambalache. Colocador de amigos, silenciador de críticos, pródigo en promesas, dádivas y ocurrencias. Engordó ego y bandullo a base de ladrillos y recalificaciones, lo que le llevó a ganar varias elecciones sin apenas oposición. Hasta que finalmente la vaca presupuestaria enflaqueció de inanición, y las deudas y los chanchullos lo tumbaron en las urnas.

    Le sucedió Don Sensato, un tipo tímido y más bien gris, que se empeñó desde el primer día en sanear aquel desaguisado, cerrando chiringuitos, denegando licencias irregulares y poniendo orden en cuentas y archivos. Don Sensato redujo las fiestas, vendió el cochazo oficial y despidió al chófer. El pueblo se recorría en un suspiro y él se las podía arreglar perfectamente con otro vehículo más económico. Mantuvo los servicios básicos, se desprendió de todo lo demás y dejó de reír las gracias a los zascandiles de turno. Fueron cuatro años de trabajo duro y estrecheces, pero al final los números cuadraron. Se pagaron deudas y taparon agujeros. Por fin, Villarruina ya no hacía honor a su nombre.

    Pese a todo ello, en las siguientes elecciones Don Sensato fue derrotado por Don Cínico, sobrino de Don Dispendio y heredero de sus mejores artimañas. Preguntados los vecinos por los motivos de aquel voto, muchos respondieron:

    «Es que Sensato no ha hecho NADA por nuestro pueblo».

    Y colorín colorado, otro municipio español quedó arruinado.

    PD: Este cuento no tiene moraleja, porque acabó embargándola el banco y vendiéndola en forma de participaciones preferentes a los amiguetes de Don Dispendio».